AMB QUI
S'aprèn de pressa, que val més no fer gaire cas a les suposades declaracions de la gent als diaris, però en aquest cas es veu que Juan Marsé va escriure's abans el que volia dir i ho va anar repetint a tots els mitjans que li telefonaven (també ho transcrivia in extenso El Mundo, per exemple). No diria el mateix del suposat comentari de Javier Tomeo en el sentit que a Catalunya hi ha dues llengües i tots els escriptors interessants escriuen en la seva (la d'ell, és clar). Déu n'hi do, la campanya de promoció que ens hem organitzat amb la història de l'anar a Frankfurt. En qualsevol cas, comentaris com el de Josep M. Fonalleras em semblen exemplars.
MARSÉ Y EL VUELO A FRANKFURT
Según Abc del sábado 28 de mayo, Juan Marsé "se encendía literalmente" al hablar de lo de Frankfurt. En cambio, según El País, "la polémica le había causado desazón". Son cosas distintas. Puede parecer que primero llamó El País y luego fue Abc quien habló con Marsé, porque en pura lógica narrativa a uno le entra primero la desazón y más tarde, sólo más tarde, es cuando llega uno a encenderse. Yo creo, sin embargo, que la película de los hechos fue distinta.
Tengo una hipótesis. Preguntado sobre su reacción ante lo de Frankfurt, Marsé afirmaba: "Aunquem ei nvitaran no aceptaría y diré por qué: la sola idea de verme sentado en el avión junto a Baltasar Porcel o Maria Mercè Roca...". Bueno, aquí ya entramos en las variantes. En Abc,"la sola idea me pone los pelos de punta". En cambio, para El País,"la sola idea me produce verdadera urticaria". ¿Qué fue primero, en la mente de Marsé, la urticaria o los pelos de punta? En ambos casos la reacción es instintiva, casi animal, pero si algo te pone los pelos de punta, más parece un pronto, un escalofrío momentáneo. Creo que tener los pelos de punta no dura mucho. No conozco a nadie que haya padecido el síndrome pelos de punta más allá de un par de minutos, a no ser que le esté acosando un pitbull, pero ni Porcel ni Roca lo son y, además, no estaban ante Marsé cuando a Marsé se le pusieron los pelos de punta pensando en ellos.
Una urticaria es algo más serio. Sigue siendo un reflejo incontrolado, una defensa corporal ante la agresión exterior. Suele durar más. A veces puede combatirse con antihistamínicos, pero el Zirtec no siempre surte efecto. Puede ser realmente molesta una urticaria, porque encima tienes que rascarte pero resulta que no te dejan, con lo cual llegamos a la conclusión de que Marsé se fue encabritando y pasó de un mínimo nivel de indignación a un nivel de indignación agudo, casi clínico.
Yo no me he sentado nunca en un avión con Porcel. Con Roca, tampoco. Con el primero viajé una vez en coche y también compartí mesa. Con la segunda, recuerdo haber estado justo a su lado en un Catalunya-Expres. A ver: no son, ni uno ni la otra, los seres humanos con los que sueño compartir cabaña en una isla desierta. El día que sueño eso, se me aparecen otras personas, casi siempre chicas y nunca escritoras. Pero puedo asegurar que ni Porcel ni Roca provocan excitación capilar ni erupciones cutáneas. Incluso son bastante afables y, en un avión, creo que pueden llegar a ser capaces de levantarse para permitir que uno vaya al lavabo, si es que uno tiene necesidad de ir, claro.
Además, no es necesario volar en el mismo avión. Si Marsé decidiera al fin ir a Frankfurt y quisiera despegar desde Barcelona, tiene como mínimo 12 opciones, vía Zurich, Milán, Madrid o París -o también un vuelo directo, si le apetece-, y podría viajar con Alitalia, Iberia, Air France o Swissair. Con Lufthansa, mejor no hacerlo porque tiene escala en Palma de Mallorca, y eso sí que podría llegar a ser urticante. Con Maria Mercè Roca, no hay por qué preocuparse. De ir a Frankfurt sacaría su billete en Ryanair. Te dejan a más de cien kilómetros del centro, pero tiene la ventaja de que sólo vale 60 euros. Esta opción (barata) tiene la ventaja añadida, para Marsé, de que no coincidiría con Roca ni tan siquiera en el aeropuerto, ni tan siquiera por casualidad.
Josep M. Fonalleras, La Vanguardia, 5 de juny de 2005
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