AH, AHIR...
Ya no recuerdo en qué revista o en qué periódico leía el otro día un artículo dedicado a las quejas de las señoras inglesas de edad: cuando ellas eran jóvenes, estaban acostumbradas a tratar con respeto a las personas mayores, pero las jóvenes de hoy en día las ignoran, incluso evitan acercarse a ellas, como si la vejez fuera una tara algo repugnante; se quejan, en una palabra, de que los jóvenes de ahora se comportan de una manera muy diferente a los de antes; deduje que los viejos de todos los países del mundo dicen lo mismo, que el hombre que va adquiriendo edad parece siempre inclinado a creer que, bajo todos los aspectos, el ayer era preferible al hoy. Los viejos de hace cien años lamentaban los tiempos de hace dos siglos, y los viejos de hace doscientos años suspiraban por los de hace tres siglos: nada nos autoriza a creer que algún viejo haya manifestado estar contento con el estado de las cosas de su época.
Jun'ichirō Tamizaki, El elogio de la sombra (Siruela, 1994)
conec poca gent gran que se senti bé amb el seu present. de fet, només la meva mare, camaleònica, que s'adapta un i altre cop al temps que toca viure.
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